El pasado día 12 de junio, un total de 19 senderistas tomamos la decisión de huir del asfixiante calor de la Litera para encontrar algo de aire fresco en las montañas del valle de Astún e incluso poder darnos un remojón en alguno de sus ibones si las circunstancias lo requieren.
Partimos a las 07:00 h. de la mañana desde Binefar para llegar al parking de las pistas de esquí de Astún a eso de las 09:00 h. Nada mas bajar de los vehículos ya se deja notar el cambio climático y tras equiparnos con nuestras mochilas emprendemos la marcha desde el propio parking, que a través de una zigzagueante pista de gravilla nos irá llevando por el tobogán de la pista de esquí hasta el primero de nuestros objetivos, el ibón de las truchas. Tras unas refrescantes fotos con el agua y nieve de fondo, decidimos no perder mucho tiempo y continuar nuestra ruta, pues al parecer la previsión meteorológica de tormentas que indicaban nuestros dispositivos se esta adelantando y nos empieza a envolver una borrasca que todavía debería tardar unas cuantas horas en llegar.
Seguimos nuestro camino hasta el siguiente punto de la ruta para tomar la decisión de subir al Pic des Moines, en español pico de los monjes o relajarnos en las orillas del ibón de escalar o de las ranas, pero la prematura tormenta con aparato eléctrico estaba ya sobre nuestras coronillas obligándonos a hacer uso de los chubasqueros y a tomar la triste decisión de continuar la ruta sin ascender al panorámico pico, aunque un pequeño grupo de 5 senderistas toma la decisión unipersonal de seguir caminando hasta su punto mas alto para poder contemplar desde allí el impresionante Midi D’Ossau y otras maravillosas cumbres pirenaicas que el pico francés nos regala.
Desde el ibón de Escalar vamos descendiendo por un barranco que lleva su nombre y acompañados por el leve susurro de las aguas procedentes del deshielo, casi sin darnos cuenta llegamos de nuevo al punto de partida. Ya en el parking solo queda esperar poco más de una hora, la llegada del grupo de valientes que coronaron el pico de los Monjes para preguntarles por su experiencia y poder convencernos de que más pronto que tarde volveremos a intentarlo, pues su ascenso bien vale un madrugón. Ya en el camino de bajada, una fresca cervecita nos espera en Canfranc pueblo para poder intercambiar impresiones y despedirnos del grupo hasta una próxima salida.