Pulso a Mathieu


Una vez más y para no perder la costumbre, la actividad de montañismo ha coincidido con una borrasca de esas que tienen nombre y de primeras asustan a todo el mundo aunque luego no sea para tanto. La de este fin de semana tenia nombre francés, aunque venía directa de Galicia como casi todas, y con titulación de ciclogénesis explosiva  y mucha agua, viento y granizo.  

Solo seis locos imprudentes, o quizás solamente adictos a la libertad que nos ofrecen las montañas, nos juntamos en el balneario de Panticosa para intentar ascender al pico Feniás de 2863 metros, aprovechando que aun no había llegado Mathieu, y con la intención de darnos la vuelta cuando la cosa se pusiera fea. Mirando de reojo al cielo fuimos ganando metros a la montaña, que mantenía la nieve dura por la ausencia del sol y nos dejaba clavar los crampones sin hundirnos en la nieve de las empinadas rampas de ascenso.

Cuando sobrepasamos los 2600 metros de altura y ya empezábamos a soñar con la cumbre, paso lo que esperábamos desde el principio, llego Mathieu y nos obligó a darnos la vuelta y emprender una honrosa y húmeda retirada. Las buenas condiciones de la nieve y la gravedad nos ayudaron en la bajada y volvimos con rapidez al aparcamiento para quitarnos la ropa empapada y relajarnos con unas cervecitas al calorcito del refugio de la Casa de Piedra.