La méteo nos daba margen hasta las 3 de la tarde del sábado, nos pareció que teníamos tiempo suficiente y subimos hasta el santuario de Guayente en el valle de Benasque, para escalar todo lo que pudiéramos hasta que la lluvia nos echara.
Apenas había transcurrido una hora cuando el cielo comenzó a cubrirse
con negras nubes y las primeras gotas nos obligaron a recoger las cuerdas, para salir corriendo hacia los coches, a los que llegamos empapados.
De vuelta a casa parecía que las nubes quedaban atrás y nos detuvimos en Olvena para seguir escalando, nuevamente las cuerdas fueron ocupando la pared hasta que el cielo volvió a oscurecerse y un gran rayo nos iluminó, aconsejándonos que abandonáramos nuestra actividad. La cosa acabó en el Chopo jugando a las cartas mientras veíamos llover.


