Cada año, el Club Litera Montaña celebra el solsticio de verano subiendo al Aneto. Fieles a la tradición, un nutrido grupo de montañistas se encaminaron el pasado fin de semana hacia el pico que domina los Pirineos.
La ola de calor no les amedrentó, pero sufrieron las altas temperaturas en la tarde de sábado durante la subida desde los Llanos del Hospital y hasta el refugio de la Renclusa, a 2.140 metros. Poco a poco fueron llegando hasta la Renclusa, donde el grupo se reunió al completo para dar buena cuenta de una cena de altura, contundente, perfecta para afrontar al día siguiente los más de 1.300 metros de desnivel hasta la cima.
El domingo, en pie bien temprano, se pusieron en marcha antes de lo habitual, con los frontales encendidos y la esperanza de no pasar tanto calor como el día anterior. Al llegar a los primeros neveros, hicieron un alto en el camino para recuperar el aliento, calzarse los crampones, preparar casco y piolet y disfrutar del último amanecer de junio a unos 2.500 metros de altura.
El camino continuó, mucho más cómodo por la nieve, hasta el Portillón Superior, una barrera natural a partir de la cual ya pudieron ver su objetivo: el Aneto les esperaba al final del glaciar – o lo que queda de él debido al cambio climático. Bajo un sol inclemente, la veintena de pirineistas del Club Litera avanzó por el glaciar hasta el collado de Coronas. Una parada breve y en marcha: sólo quedaba el famoso “revientachulos”, el último repecho hasta llegar hasta la cumbre.
Una vez en la antecima, con la emoción de las primeras veces para muchos y la confianza de conocer el camino para otros, atravesaron sin problemas el famoso Paso de Mahoma. Foto de familia, risas, abrazos, felicitaciones y de vuelta hacia abajo. ¡La cima de una montaña sólo es la mitad del camino!
Ya de bajada, unos pocos, no contentos con haber coronado el pico más alto de los Pirineos, sumaron a su lista de tresmiles el Pico Oliveras-Arenas, de 3.305 m, que por su cercanía al Aneto queda siempre relegado a un segundo plano.
Entre risas, con la satisfacción de los retos cumplidos, el grupo se encaminó hacia la Renclusa. Allí se despidieron; ¡el Aneto espera en 2020!