El pasado fin de semana, un grupo de diez barranquistas del Club Litera se encaminaron hacia Navarra con la idea de conocer los barrancos más famosos de la zona, Artazul y la cueva de la Leze.
Las lluvias de Semana Santa y de los días anteriores nos hicieron estar pendientes de los caudales hasta última hora, ya que los barrancos que teníamos previstos bajaban bastante fuertes.
Nos juntamos un primer grupo el viernes por la tarde en Huesca y partimos hacía el camping Arbizu, que nos ha hecho de campamento base.
Finalmente, el sábado decidimos hacer el barranco de Licebar en lugar de Artazul como estaba previsto. Ambos barrancos acaban en el mismo lugar, lo que permite evaluar el caudal de Artazul caminando hasta su cascada final.
Nos juntamos en el parking con el resto del grupo que habían llegado el sábado por la mañana y después de los saludos y presentaciones pertinentes, ya que teníamos dos nuevos socios que se estrenaban, nos pusimos manos a la obra.
Dejamos algunos coches en el la salida del barranco y con el resto subimos hasta la cabecera. La aproximación es corta, unos 15 minutos caminando, y en nada ya estamos en el cauce, donde nos equipamos.
Licebar es un barranco torrencial, así que es difícil pillarlo con agua, nosotros lo encontramos seco. dEso sí, con algunas pozas donde hay que meterse casi hasta el cuello.
Comenzamos con un par de rapeles cortos y en seguida llegamos al sitio estrella, un rapel de 50 metros, que con agua dicen que es una de las cascadas más bonitas de toda Navarra. Todo el barranco es además muy verde, con mucha vegetación durante todo su recorrido y unas paredes espectaculares.
En el siguiente rapel ya nos toca mojarnos, el agua está bien fría. Unos cuantos destrepes y rapeles más y llegamos al final, desde dónde podemos ver la impresionante cascada final de Artazul, que aún hoy baja bastante cargada. Quedará pendiente para otra ocasión.
En cinco minutos, ya estamos en los coches y aprovechando que el sol hace su aparición aprovechamos para comer tranquilamente y calentarnos.
Ya por la tarde, un grupo decidimos acercarnos a la Leze, para evaluar el caudal. Parece que los “expertos” dicen que está para entrar, así que el domingo podremos mantener lo previsto.
Después de una rica cena en el restaurante del camping, todos para la cama porque al día siguiente toca madrugar mucho, que hay que volver a casa pronto para votar.
El domingo por la mañana tuvimos que madrugar para poder encarar con tiempo el momento estrella del fin de semana. La Cueva Barranco de La Leze, ya en la provincia de Álava. Este recorrido es muy diferente a cuantos hemos conocido, el río Artzanegui atraviesa la Sierra de Altzania produciendo una espectacular grieta de Norte a Sur, formando un recorrido de gran belleza y singularidad.
A las 8 de la mañana nos equipamos en el parking de acceso, desde aquí ya podemos ver la grieta de salida, el caudal es apreciable pero creemos que adecuado para darle emoción al recorrido.
Después de prepararnos comenzamos la aproximación, al principio por pista embarrada para después coger la senda que en fuerte ascenso de dirige hacia el alto de la sierra.
Al llegar arriba tenemos que descender por un hermoso hayedo, con algunos ejemplares realmente espectaculares, en algunos momentos uno tiene la sensación de encontrarse en un cuento de hadas.
El descenso hasta el río es complicado debido a la fuerte pendiente y con barro, quién más quien menos da algún resbalón y «culetazo».
Al cabo de una hora y media desde la salida llegamos al río y empezamos a equiparnos. Después de una breve senda llegamos al primer rapel, desde aquí contemplamos con asombro la enorme entrada a La Leze, es realmente fascinante.
El primer rapel es el más largo, unos 23 metros muy resbaladizos. Continuamos con un par de rapeles cortos que nos van introduciendo en el interior de la cueva. A partir de aquí toca encender frontales, no volveremos a ver luz natural durante dos horas.
El recorrido es magnífico, la roca se vuelve menos resbaladiza que en el exterior, el caudal es apreciable pero no nos causa ningún problema. Los rapeles están bien equipados, con pasamanos de acceso a buenas instalaciones. Formamos un buen equipo, y vamos instalando a relevo para no generar parones, nada aconsejables en estas frías aguas. Nos recreamos viendo las interminables paredes que nos rodean, la luz de nuestros frontales apenas nos permite distinguir la monumental altura de esta maravilla kárstica.
Después de 10 rapeles y varios resaltes empezamos a ver la luz de la salida.
Aún nos faltan un par de cortos rapeles y un sifón ya en la zona de luz.
Terminamos muy cerca del parking, en una bonita área de picnic salpicada de robles centenarios. Aquí aprovechamos para comer al sol bien a gusto comentando el descenso tan especial que acabamos de realizar, muy distinto a cualquier otro barranco. Después nos despedimos para dirigirnos a nuestros diferentes destinos, no sin antes citarnos para volvernos a encontrar y poder disfrutar tanto como lo hemos hecho este fin de semana.