Una vez más, la meteorología nos hace cambiar de planes y, en esta ocasión, hemos optado por una ruta que, aunque muy cercana a nuestra localidad, no está exenta de bonitos rincones.
Son las 09:30 horas de la mañana cuando echamos a andar desde Colungo un total de 16 senderistas. El tiempo, un poco nublado al principio de la mañana, ha ido evolucionando a mejor y nos ha permitido realizar una ruta con un terreno en perfectas condiciones.
Nuestro itinerario discurre por un bonito sendero entre almendros y campos de cereal, que nos lleva hasta la pista que conduce a Suelves. Tras caminar un cuarto de hora en ligero ascenso por la pista, un indicador nos invita a tomar el desvío que a través de una senda nos introducirá al fondo del barranco de las palomeras o los Arruellos. Continuamos ahora el ascenso entre carrascas hasta alcanzar nuevamente altura y desde donde podemos observar el barranco del Chuncal y parte del Fornocal. La ropa de abrigo sobra y aprovechamos un parón para ventilarnos e hidratarnos antes de entrar en el pinar de la Cunarda.
El calor aprieta, pero la abundante vegetación -pinos, carrascas, bojes y quejigos- nos da cobijo hasta alcanzar casi el fondo del barranco del Chuncal. Tras girar y comenzar nuevamente el ascenso del barranco, el trazado se vuelve angosto y en ocasiones nos hace extremar las precauciones porque la senda discurre pegada a la vertical del barranco, permitiendo unas vistas espectaculares del mismo.
De nuevo en terreno llano y tras zigzaguear por las rocas calizas durante unos 15 minutos, ya podemos divisar el sorprendente arco del Portal de la Cunarda, ubicado en pleno barranco del Fornocal. Tras una breve trepada alcanzamos el epicentro de tan sorprendente arco, donde la fuerza erosiva del viento y el agua han esculpido esta formidable ventana de piedra natural, parando un buen rato para contemplar las maravillosas vistas del lugar y el majestuoso vuelo de las docenas de buitres leonados que lo pueblan.
Para el regreso de vuelta a Colungo, hemos optado por realizarlo por el mismo camino de la ida, ya que la pista que nos puede conducir nuevamente al punto de partida, carece de atractivo paisajístico alguno. El sorprendente arco de piedra natural ha despertado nuestra admiración y no nos ha dejado indiferentes, marchándonos con la sensación de que ha merecido la pena el esfuerzo.