Como viene siendo habitual en la programación de actividades del Club Litera Montaña, en este mes de febrero se ofrecía el segundo nivel del curso de alpinismo, la continuación del curso de primer nivel realizado en enero. Estos cursos, cuyas plazas están limitadas para garantizar que los monitores puedan atender correctamente a los participantes, son fruto de la voluntad del Club de formar a nuevas generaciones de montañeros para fomentar el alpinismo con seguridad.
La edición de 2019 comenzó el viernes 22 en la sede club, con una charla teórica y un taller de nudos: ocho, doble pescador, machard, dinámico, ballestrinque, mariposa, cola de vaca… casi sin darse cuenta, los cursillistas iban sumando nuevos nudos a sus habilidades. ¡Aunque con los guantes aumentaría la dificultad!
El sábado 23, tras el madrugón y el café de rigor, los participantes en el curso se desplazaron hasta el Ampriu, en Benasque, para aprender a montar reuniones en roca con fisureros y friends. En cordadas de dos y tres personas, los montañeros practicaron los conocimientos que acaban de adquirir en las paredes de granito que vigilan el Ampriu, en una mañana invernal calurosísima.
En la que para muchos fue la primera experiencia de “cacharreo” con material de escalada clásica, la práctica sirvió para descubrir la dificultad de recordar todos y cada uno de los pasos, así como la importancia de no dejar de practicar. Y una vez que todo el mundo había sudado poniendo y quitando fisureros y friends bajo la atenta mirada de las lagartijas (y los monitores), los miembros del Club Litera Montaña se lanzaron a la pared. Primero sólo con las botas y después con crampones y piolets técnicos, los diez participantes en el curso practicaron cómo progresar en roca así equipados, una técnica necesaria para desenvolverse en una situación mixta de nieve, hielo y roca.
Después de recuperar fuerzas almorzando al sol, monitores y cursillistas se dirigieron a la Escuela de Montaña de Benasque para seguir practicando técnicas de reuniones, escalada con cuerdas dobles, botas rígidas y rápel autoasegurado.
El sol acompañaba a los montañeros literanos en la mañana del domingo, pero las altas temperaturas hacían verdaderamente difícil practicar las técnicas aprendidas en un corredor o una marcha de cierta duración. Por ello, los monitores del club escogieron un pequeño enclave junto a los Llanos del Hospital que permanecería en sombra durante todo el día. Allí, a los literanos les tocó la lotería: además de practicar la ascensión en un terreno con una inclinación de más de 45 grados, reuniones y rápeles autoasegurados, los cursillistas pudieron practicar escalada en hielo en dos pequeñas cascadas. Con la sonrisa de oreja a oreja y un poco más cansados, terminaron el curso atendiendo a las explicaciones sobre el encordamiento en ensamble.