Un año más el Club Litera cumplió con la tradición de ascender al Aneto en el fin de semana de San Juan. Este año lo recordaremos por la gran cantidad de nieve que aún cubre la montaña por encima de los 2000 metros, y por el fuerte deshielo que convierte todos los barrancos en espectaculares cascadas. Tanta agua ha anegado el Plan d´Estan, formando un precioso lago a los pies del Salvaguardia, que nos obliga a andar un poco más, pero nos regala un paisaje de gran belleza que no se ve todos los años. Con mucho calor subimos el sábado hasta la Renclusa, ávidos de alcanzar las heladas aguas de su fuente para refrescarnos, y disfrutar de las magnificas vistas del macizo de las Maladetas repletas de nieve. Reunidos los montañeros del club de Binéfar en el comedor de la Renclusa, dimos cuenta de una buena cena pero a la hora de la merienda, y tras un poco de sobremesa nos fuimos a intentar dormir, a pesar de la serenata con la que nos amenizaban una cuadrilla de franceses que ya debían de tener la faena hecha. A las 4.30 de la mañana del domingo, sonaron los despertadores y comenzó el movimiento de montañeros, para estar a las 5 desayunando y arrancar lo antes posible en busca de la cima del Aneto. Con la luz de los frontales buscamos el camino entre las piedras y ascendemos todo lo que podemos antes de calzarnos los crampones. Continuamos ascendiendo por nieve dura y ganamos altura rápidamente, en dos horas conseguimos llegar al Portillón Superior, por una senda bien definida en la nieve. Bajamos hasta el glaciar, y seguimos por la huella, que nos llevará hasta la antecima sin pisar una sola piedra. En el cielo unas finas nubes nos protegen del calor, pero no ocultan el horizonte y podemos disfrutar de un magnífico paisaje, mientras avanzamos a la conquista del coloso de los Pirineos. En la antecima nos toca hacer la cola de rigor, para cruzar el paso de Mahoma que está limpio de nieve y juntarnos todo el grupo junto a la cruz para la foto de familia. La bajada hacia la Renclusa se realiza bastante rápida aprovechando al máximo todos los neveros, pero la mala suerte se ceba con uno de nuestros compañeros, que sufre una fuerte torcedura en un tobillo provocándole un gran dolor. Una venda compresiva, un anti-inflamatorio y el apoyo de los compañeros, animan al valiente montañero a seguir descendiendo por sus medios, en vez de avisar al rescate que puede ser necesitado en asuntos de mayor gravedad. Lentamente se consiguió llegar al refugio y tras un pequeño descanso, continuar hasta el Plan d´Estan donde estaban los coches. La montaña siempre nos pone a prueba y hay que admirar el valor de los montañeros que saben sufrir en la adversidad para no colapsar los servicios de rescate, tan importantes para la seguridad de los que amamos la montaña.