El Otoño ha venido y todos sabemos cómo ha sido. La borrasca de la semana pasada dio su primer brochazo blanco en las cumbres del Pirineo, y acabó con el largo y seco verano de 2016. Aconsejados por los guardas del refugio Cap de LLauset, nuestras mochilas se han llenado con el material invernal. Crampones ,piolet y ropa de abrigo suponen una pesada carga que ya habíamos olvidado. Todavía no ha amanecido, cuando los montañeros del club Litera de Binéfar nos juntamos en un bar de Pont de Suert , un café calentito y agrupados en varios coches partimos hacia la presa de LLauset. La tortuosa pista que recorre el valle de Llauset, nos eleva desde el pueblo de Aneto hasta la boca del túnel, que como un agujero negro en el espacio nos traslada de los verdes valles a la alta montaña. Frente a nosotros el pico de Vallibierna luce un brillante manto blanco, que a duras penas se refleja en las exiguas y oscuras aguas del pantano. Tras rodearlo giramos hacia el norte en busca del lago de Botornás, al rodearlo ya podemos ver las brillantes paredes del nuevo refugio de LLauset, al que nos acercamos a chafardear un poco. Un breve descanso que aprovechamos para charlar con los guardas y continuamos por la ruta del collado de Vallibierna. Cerca del primer lago un poste nos indica el desvío hacia el pico, cambiamos la dirección y ahora seguimos la huella que otros grupos han dejado en la nieve. Pronto llegamos a un segundo lago y un poco más arriba ya se adivina el tercero. El paisaje compensa sobradamente el esfuerzo de la ascensión, la nieve, la roca y el agua colorean un paisaje cada vez más amplio bajo un cielo en el que las nubes no terminan de disiparse. El camino empieza a ponerse vertical y nos calzamos los crampones, la nieve está dura por el frio de la noche y los pinchos nos ayudan a progresar. Alcanzamos la arista y comenzamos a crestear dejando una peligrosa cornisa a nuestra izquierda. Frente a nosotros el Aneto despliega su airosa cresta sur hasta el gigante Russell, la vista es magnífica pero no podemos apartar mucho los ojos de la huella. Estamos a 3045 metros de altura, ya casi podemos tocar la cima pero la huella se acaba, frente a nosotros hay una afilada arista rebozada de nieve. El paso es muy aéreo e inseguro, la decisión está clara, hay que darse la vuelta. Ha sido magnífico llegar hasta aquí, ahora lo importante es bajar sin incidentes, para celebrar la llegada del otoño.