Son las 5 de la mañana del día 7 de agosto, los montañeros del club Litera de Binéfar cargan sus mochilas en los vehículos, y parten hacia el balneario de Panticosa. Quedan pocos espacios libres en el parking del balneario, parece que hoy no estaremos solos por la montaña. Son las 7.30 cuando el grupo del club Litera inicia el ascenso, el sol ya ilumina la torre del Argualas, y el cielo está totalmente despejado, hoy nos espera un magnífico día de montaña. Sin dar tregua la senda va devorando los 1400 metros que separan el aparcamiento de la cima de los picos Arnales, el lago de Panticosa se va haciendo pequeño en el fondo del valle al tiempo que el horizonte crece y nos ofrece vistas espectaculares. El bosque del principio, deja paso a las praderas que acaban siendo engullidas por un universo de piedra, estamos llegando al collado de Pondiellos. Este lugar sin duda tiene magia, a la sombra de la aguja de Pondiellos y la impresionante cara norte del Garmo Negro ,las azules aguas de los ibones dan color a las praderas de Formigal y el Portalet , en las que emerge la magnífica silueta del Pic de Midi D`Ossau. Al norte la barrera de los Infiernos se extiende hasta nuestro objetivo de hoy los Arnales, que se elevan sobre una infinita gravera. Si giramos al este, el Vignemale es el rey sobre los ibones de Brazato, Bachimaña, Bramatuero. En el collado el aire sopla con fuerza y nos empuja por la pedrera hacia el cuello Saretas, ahora vamos rodeando los Arnales en busca de la horcada que los separa de los picos del Infierno, que parecen una fuente por la que mana una cascada de montañeros que descienden su cara sur. La última parte de la subida discurre por terreno muy empinado y con grava inestable, buscando las zonas de roca conseguimos llegar a la horcada y desde allí sin problema hasta la cima del pico Arnales de 3006metros. La cresta se extiende en dirección sur hasta el pico Arnales Sur que no llega a 3000 metros, pero su esbelta silueta bien merece una visita. La cresta no tiene dificultad pero es afilada y aérea, y sumado a un poco de viento nos obliga a extremar las precauciones. Alcanzamos la segunda cima y tras regresar a la cima principal todos juntos comenzamos el descenso hasta las frías aguas del lago del Balneario, a las que arrojamos nuestro cuerpos cansados y acalorados. Con unas cervezas y unas risas en el bar de la Casa de Piedra ponemos punto final a un magnífico día de montaña en el que por encima de todo destaca la buena compañía.