Curso de Autorrescate en Escalada 2016


Las  cuerdas van cayendo desde lo más alto del rocódromo de Binéfar, desde aquí arriba como si fuera un tramoyista entre las bambalinas de un teatro, contemplo el último acto de esta función. Los alumnos tumbados sobre el suelo del polideportivo de Binéfar, resuelven el examen final del curso, en el que no se evalúan sus conocimientos, en realidad son ellos quienes ponen nota, y opinan sobre el curso recibido. Es gracioso, parecen un grupo de chavales en una actividad extraescolar, aunque algunos hace ya días que peinan canas, pero eso sí la energía y la ilusión la tienen al mismo nivel que los más jóvenes. Los tres mosqueteros Oscar, Adrian y Oscar que aún no han cumplido los dieciocho, no se pueden estar quietos, necesitan jugar y no paran de enredar y de aprender, qué listos son los jodidos. Antonio que ha venido desde Barcelona para el curso, estará intentando recordar el rápel con nudo dinámico autoasegurado, pero seguro que se le mezcla con el nudo Remi o el descenso de un compañero por cuerda fija, tendrá que echar mano a los apuntes y refrescar la memoria, no le costará mucho, es todo un maestro. Alaitz que ha compartido los ejercicios con Antonio ha sido la única chica en el grupo, pero ella sola vale por un montón. Ha venido de Vitoria y se va a Utah a hacer barrancos, «qué suerte», disfruta y que te sirva de mucho lo aprendido. Desde la Aínsa y Sabiñánigo, bajaron Carlos y Luis enamorados de la montaña y la escalada, seguro que no olvidan el vértigo al saltar al vacío con solo dos nudos machard, o los sudores al intentar pasar por un nudo en la cuerda. David y Luis, que tíos más grandes, llevan poco en la escalada, pero se manejan como los mejores, no se les escapa una. Mientras Joaquín, todo un joven veterano en este mundo de la montaña mira de reojo a su hijo, no puede evitar sentirse padre además de compañero de aventuras. Los mosquetones, los cordinos, las cintas, todo va volviendo a los petates, Jose el profe, nervioso como siempre se afana en ordenar y recoger. Estoy seguro que en cada hoja que de forma anónima han rellanado los cursillistas , hay un diez muy grande premiando tu esfuerzo y buen hacer. Ya ha caído la última cuerda, ahí abajo se aprietan las manos en la despedida, y se repite un mensaje que ha de ser un lema, en la montaña hemos de ir siempre seguros y lo más importante es volver.

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