Segunda salida del año para los más pequeños y a pesar de la revuelta meteo, la respuesta del personal mejor que nunca, 54 personas entre padres y niños y algún can.
Dejamos los coches junto a las piscinas de Graus, a la salida del pueblo, al lado de esos enormes plátanos de sombra que todos hemos visto al pasar por Graus. Iniciamos nuestra ruta, por cierto muy bien señalizada en todo momento, por la pista que sube al despoblado de Grustán. A pesar del frío, esta parte de la ruta, está protegida del viento y el sol calienta y nos empezamos a quitar algo de ropa. En tres cuartos de hora prácticamente hemos subido los 250 m de desnivel de la ruta, abandonamos la pista y nos introducimos en el camino del obago, ya por sendero y tras cruzar el barranco de Grustán, nos dirigimos ya por la sombra de los pinos hacia la ermita de San Miguel o de los Templarios, bastante escondida, pero que en su tiempo debió ser importante a juzgar por el trabajo con la piedra y sillares. Paramos a picar algo.
Reanudamos el camino, esta vez la senda llanea y a pesar de ser un sendero estrecho en algunos puntos es muy cómodo para niños y mayores y andamos mas rápido de lo esperado. Llegamos al mirador de las Planas, decidimos que con los zagales mayores podríamos ir a ver la Ermita de San Pedro que divisamos hacia el Sur, mientras los más pequeños bajarán directamente a Graus, donde nos esperaran en la Plaza Mayor.
Sin más problemas que un pequeño despiste en una zona rocosa de conglomerado, llegamos a la blanquísima ermita de San Pedro, con su porche-refugio. Fotos de rigor y para abajo, coincidimos con la ruta de los más peques en la zona de la Piedra Plana y desde aquí en diez minutos llegamos a Graus.
Tenemos que cruzar todo el pueblo para llegar a los coches. Ningún problema, pasear por Graus es una delicia, la parte “vieja” está muy cuidada y es maravilloso ir descubriendo cada pequeño detalle, aleros, trucadores en las puertas, en fin pequeñas maravillas que hacen aún más atractiva la excursión.
Fotos