Hasta el cuarenta de mayo… El refranero no falla, más allá de las tecnologías las enseñanzas de nuestros mayores son siempre un valor seguro, que hay que tener muy en cuenta. El Club Litera de montaña de Binéfar había programado la ascensión al pico Bisaurín para el día 28 de abril, pero según se acercaba el fin de semana el tiempo cambiaba bruscamente y los organizadores se planteaban suspender la actividad. En la tarde del viernes los partes meteorológicos hablaban de una ventana de buen tiempo para la mañana del domingo, que no podíamos desaprovechar. El sábado por la tarde los montañeros del Club Litera partimos hacia el refugio de Lizara y ya cruzando Monrepós se observaban los efectos de la borrasca que había dejado nieve en las cumbres, aunque ahora lucía un sol espléndido que hacía relucir los caseríos de Jasa y Aragüés del Puerto por delante de las montañas nevadas. Según ascendía la carretera hacia el Plano de Lizara, el termómetro bajaba en picado y, a pesar del sol, nos quedábamos a muy pocos grados por encima de cero. Detrás del refugio el pico Bisaurín luchaba por asomar la cabeza entre las densas nubes que el viento del norte lanzaba con insistencia. En las cómodas instalaciones del refugio de Lizara, las montañeras y montañeros del Club Litera nos reunimos para cenar y tras una breve sobremesa, marchamos a descansar con la esperanza de que a la mañana siguiente se cumpliera la méteo anunciada. A las siete de la mañana nos juntamos a desayunar y a las siete y media partíamos del refugio, con el cielo cubierto, dos grados bajo cero y el viento soplando con fuerza. La tierra helada del camino crujía bajo el peso de nuestras botas y al llegar a la fuente de la Fuenfría la nieve comenzaba a caer en pequeños copos. Nos calzamos los crampones para ascender las empinadas laderas de nieve helada que llevan al collado de Foratón, pero el viento nos azota con violencia y multiplica los cuatro grados bajo cero que marca el termómetro. Viendo que el tiempo lejos de mejorar parece que empeora, decidimos darnos la vuelta cuando estamos a punto de llegar al collado . La poca visibilidad y el fuerte viento son determinantes, no merece la pena arriesgarse y la cima puede esperar. El descenso lo hacemos rápido y sin contratiempos .Tras un breve descanso en el refugio cuando nos disponemos a partir, el Bisaurín nos hace una pequeña burla mostrándose en toda su belleza. Partimos con el sabor amargo de no haber conseguido su cima, pero con la certeza de haber hecho lo correcto.