Para la primera ferrata del año 2013 para el Club Litera, la sección de escalada decidió ir de estreno. Qué mejor para comenzar el año que ir a la nueva y flamante ferrata de Obarra, abierta a finales de 2012, para comprobar si era verdad todo lo que de ella dicen. Y adelantamos que sí, que todo es verdad.
A las 9 horas del domingo partieron de Binéfar once aficionados a los deportes verticales camino de Obarra. En el destino pueden dejarse los vehículos junto a la caseta de turismo del monasterio de Obarra, donde podemos encontrar el panel informativo de la ferrata. Cinco minutos caminando carretera arriba, y junto a la boca del primer túnel del congosto de Obarra, está el inicio de la vía. Tiene una longitud de mil metros, unos trescientos metros de desnivel y para completarla hacen falta unas tres horas, además de unos 20 minutos de regreso por el pueblo de Ballabriga. Está divida en cuatro tramos o secciones: El inicio de la ferrata es sencillo pero nos obliga a progresar verticalmente, tiene varios escapes en forma de rápel. El segundo tramo es una progresión caminando y sin cable de vida que nos aproxima al muro de la tercera sección. El siguiente tramo es más difícil que el inicio, se trata de un muro vertical que nos lleva ascendiendo sin tregua hasta el primero de los puentes tibetanos para acceder a la antecima de las agujas, luego descender una canal y acceder al segundo puente. Tuvieron que emplearse bien, a veces había que echar mano y pie a la roca para progresar cómodamente. El segundo puente nos dejó en la base del cuarto tramo. De nuevo una pared vertical, donde las manos y los pies tenían que tocar piedra a menudo hasta llegar por una travesía horizontal, expuesta y con unas vistas espectaculares hasta el tercer puente tibetano. Este tiene tan sólo una sirga para los pies, al contrario que sus dos hermanos, que tienen escalones. Por último, una subida menos dificultosa nos dejó en las cima de las agujas de la croqueta, como se conoce popularmente a esta cima. Tras la foto de grupo y la celebración, descendieron los ferrateros por el destrepe que conduce al sendero que baja a Ballabriga. El dencenso fue dificultado por la nieve que todavía cubría el suelo. Una vez en el sendero el regreso ya fue cómodo hasta los vehículos. Antes de irse, aprovecharon para comer al sol junto al precioso monasterio de Obarra, completando así una ferrata larga, espectacular, divertida, con un entorno natural y monumental envidiables y con un punto de dificultad que te obliga a esforzarte permitiéndote disfrutar. Bien equipada y con muchos escapes. Sin lugar a dudas, una de las mejores ferratas de Aragón.