Tozal del Mallo (2.254 m.)


El domingo 4 de noviembre se reunieron a las 7:00 en Binéfar nueve aguerridos montañeros para dirigirse a Ordesa y ascender al Tozal del Mallo, de 2.254 m. de altura. Ya desde la salida de Binéfar y hasta su destino en la pradera de Ordesa, la lluvia fue continua. No les pilló de nuevas, habían visto las previsiones. La idea era ver las condiciones en Ordesa y variar la actividad de ser necesario. A la llegada a Ordesa la lluvia no era intensa aunque los cursos de agua llevaban buen caudal. Así pues decidieron mantener el plan original. Para dirigirse al Tozal del Mallo hay que bajar caminando un poco desde la pradera por la carretera y coger junto a un bonito edificio de piedra el camino que nos lleva al circo de Carriata. El sendero del bosque los recibió con una preciosa alfombra de hojas de tonos ocres y dorados, de todas las formas y tamaños, a conjunto con todas las que permanecían aún en los arboles. Los colores, las nubes, la lluvia… un día puramente otoñal. Conforme iban ascendiendo la lluvia aminoraba y las nubes les concedían trozos de paisaje, pero nunca al completo. Para el ascenso decidieron utilizar las clavijas de Carriata, extremando las precauciones y asegurando con cuerda al estar la roca mojada. Las clavijas fueron superadas sin problema. La nota curiosa del día la puso un pequeña manada de sarrios que pastaban en la zona y que no se alteraron demasiado por la presencia de los «intrusos», dejándose fotografiar y observar desde pocos metros. A partir de ahí, el Tozal ya estaba al alcance. Desafortunadamente, cuando hicieron cima fue cuando más llovía y más encerradas las nubes estaban por lo que no pudieron disfrutar de las vistas que desde este lugar son absolutamente excepcionales. Expulsados rápidamente de la cima por la lluvia realizaron el regreso por la Fajeta, descenso dificultado por las cascadas de agua que salpicaban el recorrido, empapando a los montañeros que no tenían más remedio que pasar a su través por lo estrecho del sendero. Una vez en la pradera y ya secos, cambiados y a resguardo comieron y repusieron fuerzas antes de emprender el regreso. Todos coincidieron en que a pesar de las condiciones la excursión y el día habían merecido la pena y todo el mundo se lo pasó muy bien.

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