En la única actividad programada por el Club Litera para el último fin de semana de noviembre se apostó por una ascensión invernal a un «tresmil»: el Pico Bardamina.
Todo dio comienzo el sábado a mediodía cuando trece montañeros de Binéfar y otros lugares se reunieron en Eriste y desde allí, todos juntos, se dirigieron con sus vehículos un aparcamiento al final de la pista que parte de Eriste en dirección al refugio. A partir de ese punto el trayecto debe hacerse caminando por el PR-11 para poder alcanzar el refugio Ángel Orús, magnífica instalación montañera situada a 2148 metros de altura en las proximidades de uno de los macizos más importantes de los pirineos, el de Posets. En el camino hasta el refugio pudieron admirar la cascada de Espigantosa con abundante caudal. Debido a lo cortos que ya son los días tuvieron que apretar el paso para llegar al refugio todavía con la luz del día.
Una vez en el refugio y ya instalados en la habitación «Llantia» prepararon minuciosamente la jornada siguiente mientras esperaban la merecida cena. Las condiciones meteorológicas no iban a ser las mejores, el día sería corto y había bastante nieve. Repusieron energías con una cena compuesta por caldo, macarrones con queso, butifarra con pimientos y de postre flan con piña, para a continuación hacer un poquito de tiempo antes de acostarse temprano.
Al día siguiente el toque de diana fue a las seis, para preparar el equipo y desayunar. Un poquito antes de las siete partieron del refugio como una fila de luciérnagas aún en la oscuridad de la noche. Durante la subida hacia el ibón de Eriste el sol les saludó regalándoles un amanecer de naranja encendido. Poco a poco pisaban más nieve y las condiciones resultaban algo mejor de lo esperado. A partir de los 2600 metros de altura la capa de nieve era más abundante, dificultando el avance, y se redujo la visibilidad. Siempre atentos al sendero y los hitos, a veces había que echar mano del GPS para seguir la ruta prefijada. Los horarios se iban cumpliendo e iban ganando altura a pesar del frío y la nieve. Los ibones que dejaban a su paso eran ya superficies heladas. Al alcanzar los 2900 metros hubieron de calzarse los crampones y empuñar el piolet ya que la nieve estaba dura. Era la hora de la verdad, la última y más dura cuesta para culminar la ascensión. Y al fin, tras cuatro horas y media entre el frío y la nieve hollaron la cima del Bardamina, que quiso sacudírselos de encima con temperaturas varios grados bajo cero, nieve y viento.
Siempre sobre el horario previsto, emprendieron rápidamente la vuelta para llegar al refugio lo antes posible. La visibilidad se había reducido aún más y seguir el camino era un poco más difícil. El GPS se tornó imprescindible hasta bajar de los 2600 metros, donde las condiciones ya fueron mejores. Una vez alcanzado el refugio tras cuatro horas de descenso aprovecharon para descansar, tomar algo caliente, ponerse ropa seca y despedirse del personal de refugio, para seguidamente continuar camino abajo para llegar a sus vehículos antes de que cayera el sol. Conseguido. Una última parada en Eriste sirvió como colofón a esta gran jornada montañera en la que la magnífica planificación de los coordinadores, la disciplina de los participantes y la ayuda de las tecnologías de posicionamiento fueron factores clave para el éxito en el asalto al Bardamina en condiciones invernales.