Ahora tocaba inaugurar el camino natural de San Quílez. Tras tomar un poco de torta con chocolate y calentarnos un poco con un café, emprendimos la marcha hacía San Quilez.
Todos teníamos ganas de llegar al primer avituallamiento, en la ermita de El Romeral, donde repusimos fuerzas con unos plátanos, frutos secos y un poco de agua.
Ya solo nos quedaba la última subida, y llanear hasta la ermita de San Quilez, donde nos esperaba una gran comida.
La comida fue perfecta, quizás solo un poco enturbiada por la impaciencia de algunas personas, pero en general fue todo como se esperaba.
El día fue espectacular, el sol nos dejaba una perfecta jornada, con el único inconveniente del viento (aunque también se agradeció para podernos refrescar un poco).