Tras tres horas disfrutando el paisaje y el rio helado, se pudo llegar a Coll del Vent, desde el cual disponíamos de unas vistas espectaculares. Posteriormente descansamos un poco y disfrutamos de una apacible comida al sol. Al acabar de comer decidimos empezar a bajar, ya que nos empezamos a dar cuenta de porque se le denomina Coll del Vent (soplaba una suave brisa, pero no por eso dejaba de ser heladora).
Se llegó a los coches en perfecto estado y tras un día disfrutando de esta preciosa zona.